Número 8
Elecciones Presidenciales
Un año antes antes de las elecciones presidenciales de 1992, el Partido Demócrata de los Estados Unidos se preparaba para iniciar el proceso de primarias para elegir a su candidato. El objetivo era difícil. Arrebatarle la Casa Blanca a George Herbert Walker Bush sería un hito poco común. Bush (el padre) había sido “bendecido” por el dios de los políticos, cuando Saddam Hussein cometió un error, propio de sátrapas abducidos por su propio poder: el error de pensar que lo podía todo, y que nadie podía más que él. Saddam invadió Kuwait y regaló a Bush la espuma que le faltaba a su primer mandato en el Despacho Oval; esa espuma que necesita cualquier presidente para que los libros de historia le dediquen algún párrafo extra que merezca la pena leer.
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