Las comunidades hispanas de EE. UU. fueron ignoradas por Gobiernos e instituciones hasta aproximadamente el decenio de 1990, cuando comenzó a intuirse lo que podían llegar a ser. Previamente, la Administración estadounidense apenas las había tenido en cuenta, más allá de unas cuantas medidas, en general escasas y de poco contenido. Los Gobiernos de los países de origen de los inmigrantes –quienes, desde la promulgación de la Ley de Reforma de la Inmigración y la Naturalización, en 1965, representaban una parte creciente de la población hispana estadounidense– tampoco dedicaban una atención especial a los hispanos estadounidenses, ya fuera porque representaban una oposición política nada cómoda, ya porque entendían que se trataba de cazafortunas que habían renegado de su país.
INSTITUTO FRANKLIN - UAH