Excepcional no es necesariamente un adjetivo con una connotación positiva, sobre todo cuando se aplica al estudio de la comunicación política practicada por el trumpismo durante los últimos cuatro años con consecuencias nefastas para la democracia de Estados Unidos. Desde su desembarco presidencial –tras haber ganado en 2016 una mayoría del voto electoral pero no una mayoría del popular en un sistema irónicamente diseñado para evitar la llegada de peligrosos demagogos al poder– Donald Trump ha utilizado la comunicación política de la Casa Blanca para inyectar en la vida pública americana una sobredosis de mentiras, hechos alternativos, desinformación, teorías conspirativas y posverdad. Toda esta maquinaria de la falsedad, sin precedentes en la política de Estados Unidos, ha conseguido elevar la tradicional polarización del gigante americano hasta niveles de crispación y disfuncionalidad incompatibles con un sistema democrático de referencia para el resto del mundo.
INSTITUTO FRANKLIN - UAH